El primer triunfo..., una flor...

Esta foto es, para mí, un recuerdo grato, pero no sólo por su ejecución técnica, sino por lo que representó en aquel momento, el instante en que alcanzó el primer lugar en un desafío global de la aplicación móvil PICSART, obteniendo la mayor cantidad de votos de los usuarios en todo el mundo.
La historia de esa imagen empieza en un rincón concreto de la ciudad donde vivo, en el parque "Oriental Bienquerido", un espacio que, como tantos otros, esconde en su quietud un microcosmos de vivencias. Fue un día frío, a finales del invierno de 2015, cuando dejé a mi hija mayor, que por entonces tendría unos seis años, en su clase de inglés. Aproveché esos minutos de espera para pasear con mi hijo menor, quien contaba con cuatro años de asombrosas preguntas e inocencia, por el parque cercano.
Recuerdo con claridad aquel momento, como si el tiempo se hubiera detenido. Caminábamos por un sendero sin prisas, cuando me detuve ante un grupo de pequeñas flores a mi derecha. Algo me llamó la atención en su simplicidad: su fragilidad, su belleza efímera. Sin pensarlo demasiado, tomé la cámara del móvil, enfoqué y presioné el botón. La imagen que emergió en ese instante, casi como un regalo, fue la base de lo que se convertiría en algo más: una fotografía que, con unos retoques de edición —un toque de nitidez, un aumento de enfoque, un lavado de colores—, adquirió una intensidad que, al menos en mi ojos, la hizo especial.
A pesar de que no eran más grandes que una moneda de cincuenta céntimos, la opción macro de la cámara permitió capturar algo que, de no ser por ese ángulo preciso y ese enfoque nítido, hubiera pasado desapercibido. Algo tan diminuto, tan ordinario, se transformó en protagonista de una imagen que, por alguna razón, llegó a gustar a muchos. Fue, como se dice, una victoria pequeña pero significativa. Y, en una extraña forma de validación, esa victoria amplió mi fascinación por la fotografía, por la edición, por los pequeños detalles que configuran el mundo.
Mirando la foto ahora, no puedo evitar pensar que es una versión mejorada de lo que vi en el momento, pero no es lo mismo. Es una distorsión, un retoque, un artificio. Y sin embargo, para mí, sigue siendo un recuerdo querido, el recuerdo de un instante suspendido en el tiempo, en el que una flor diminuta se transformó en algo más grande.
Bye, bye my friends,
nandoLARA