Reflexión sobre un trato desigual. Día de la Madre

Buenos días, buenas tardes o buenas noches, eso depende de vuestra lectura. Hoy he cargado una obra en la sección de Fotografías con mucha edición titulada como "Día de la Madre " . Esta obra la he colgado ahí porque es un foto hecha en AI y editada por mí. Ha sido el producto de la indignación de que un medio que doy por hecho la no alineación con la monarquía se haga eco de la visita de la reina consorte con su hija. Como toda obra que publico tiene su propia historia o, simplemente una opinión que quiero compartir, os la cuento:
"Este día que para que para much@ es tan importante, numerosos medios de comunicación se han hecho eco con entusiasmo del emotivo reencuentro entre la reina Letizia y la princesa Leonor en el buque escuela en Panamá, un sitio tan accesible para todo el mundo. Las imágenes han sido ampliamente difundidas, y no han faltado los titulares que presentan este gesto como una muestra de cercanía, de humanidad, casi de ejemplaridad materna. Y sin embargo, detrás de esta cobertura aparentemente inofensiva, e incluso entrañable, no puedo dejar de percibir una profunda injusticia que vale la pena señalar.
Me pregunto cuántos de los compañeros y compañeras de Leonor en esa academia militar habrán tenido siquiera la posibilidad de compartir ese día con sus madres. ¿Cuántos de ellos, en silencio, se habrán preguntado por qué su madre no estaba allí con ellos, en una fecha tan significativa como el Día de la Madre? Estoy seguro de que más de uno habría querido tener ese mismo momento, ese abrazo, esa mirada cómplice. Pero no pudieron. No porque sus madres no quisieran estar allí, sino porque no tenían los medios, o porque la logística, la distancia o simplemente las reglas de la institución no se lo permitían.
Y es ahí donde empieza la verdadera cuestión: ¿por qué un gesto que está fuera del alcance de la mayoría se presenta como si fuera una muestra de normalidad o de cercanía? ¿Por qué se le da tanto espacio en los medios a una excepción que, en lugar de acercarnos, nos recuerda las profundas diferencias entre quienes forman parte de la vida institucional como ciudadanos y quienes, por nacimiento o privilegio, ocupan un lugar aparte? Es legítimo que una madre quiera ver a su hija, pero también es legítimo preguntarse si ese gesto ha sido tratado con la misma exigencia que se tendría con cualquier otro ciudadano.
Más aún: ¿ese viaje, esa visita, se ha costeado con recursos propios de la reina Letizia, o ha corrido a cuenta del erario público? Porque si la respuesta es lo segundo, entonces lo que para muchos se presenta como una escena enternecedora se convierte, a mis ojos, en algo repugnante. No porque el cariño materno me moleste, sino porque no podemos seguir normalizando que se utilicen recursos del Estado para fines que no están al alcance de todos.
Yo, sinceramente, si fuera compañero o compañera de Leonor, también habría querido que alguien me pagara el viaje de mi madre para verme. También habría querido que se abriera esa puerta excepcional para mí. Pero no lo soy, y como tantos otros, habría tenido que conformarme con una videollamada, con una carta, o con el simple recuerdo. Y eso no es un drama —es la vida misma para la mayoría de nosotros—, pero es precisamente por eso que duele ver cómo desde los medios y las instituciones se sigue alimentando una narrativa de "normalidad ejemplar" en torno a quienes viven bajo condiciones extraordinarias.
Esta crítica no es un ataque personal a la reina Letizia ni a la princesa Leonor. No es una cuestión de sentimientos individuales, sino de justicia colectiva. Lo que cuestiono es cómo se utiliza el aparato mediático y, posiblemente, el institucional para legitimar desigualdades. Lo que me incomoda es cómo lo excepcional se presenta como deseable, como modelo, cuando en realidad no lo es. Porque no se trata solo de una madre y una hija: se trata de cómo seguimos construyendo relatos públicos que excluyen a la mayoría mientras ensalzan a una minoría privilegiada.
Ojalá este tipo de escenas nos sirviera para abrir el debate sobre qué trato reciben nuestras instituciones y cómo se representa a los ciudadanos en el espacio público. Porque mientras sigamos aplaudiendo lo que solo algunos pueden permitirse, seguiremos profundizando la brecha entre los que "son" y los que simplemente "estamos".
Para mí todo este circo me hubiera parecido muy bonito si se hubiera llevado por lo privado, y por supuesto hubiese sido costeado por la reina. Supuestamente no ha sido viaje oficial a Panamá, yo no he escuchado nada de eso, así que si no se lo pagado ella, incluidos escoltas, nunca lo entenderé. Lo que más me dolería, no afirmo nada, que si esto es así, no haya ningún medio informativo que realice al menos una pequeñísima critica."
Bye, bye my friends,
nandoLARA